
El día de ayer, el Diario EL Mercurio, en su sección internacional, publico un artículo sobre la violencia urbana en Francia. En éste se da cuenta de una serie de detalles importantes para conocer lo que allí ha sucedido, entre ellos aparecen visiones de los jóvenes de la ciudad donde se iniciaron los disturbios, algunas cifras de los daños causados hasta ahora, la posición del gobierno, etc.
PARÍS.- "¡Acá no hay nada! ¡Esto es un mierda! ¡No se puede vivir en estas condiciones!", se queja un joven de origen africano. Junto a sus amigos, pasa su tiempo conversando en las afueras del poco agraciado centro comercial de la ciudad de Clichy-sous-Bois, en la periferia norte de París.Fue aquí donde comenzó todo.
El 27 de octubre, arrancando de la policía, Zyen y Bouna, de 15 y 17 años, murieron electrocutados al refugiarse en un transformador. Muhttin logró escapar, cubierto de llamas. Según uno de los adolescentes, más bien un niño, fue al ver a Muhttin ardiendo que los jóvenes del barrio decidieron rebelarse contra la policía.
Autos, buses y tiendas incendiadas, la ola de violencia urbana se expandió como la pólvora al resto de la región y del país, e incluso a otros países europeos.
"Nosotros al menos teníamos un motivo. Pero después las bandas rivales empezaron a copiarnos, como para demostrar que eran más fuertes que nosotros", explica otro joven.
"¡Hasta quemaron el gimnasio! El único lugar que teníamos para hacer deporte y entretenernos. Nosotros estamos seguros de que no fue gente de acá", afirma.
No fue por casualidad que la explosión de violencia urbana que sacude a Francia empezó aquí. Esta ciudad, de 28 mil habitantes, es una de las más pobres del país. Aunque está sólo a 17 kilómetros de París, para llegar a ella no hay ningún transporte público directo, por lo que el trayecto puede tardar más de una hora. Los taxis se niegan a transportar pasajeros desde la estación de trenes suburbanos hasta Clichy.
El recorrido en bus pasa primero por Montfermeuil y luego por la rica y protegida ciudad de Le Raincy. Al llegar a Clichy, la diferencia con su vecina es impresionante: se ven sólo maltrechas torres de departamentos, no hay un verdadero centro y la municipalidad está al fondo de un camino.
En estos barrios empobrecidos en los que se apiñan los inmigrantes es donde la desigualdad de oportunidades es más patente. El fracaso del Estado francés para integrar a esta población radica principalmente en tres factores: el problema de la vivienda, la falta de educación y el desempleo.
"Cuando viven 10 en un departamento de dos dormitorios, la entrada del edificio es una continuación de la casa utilizada por los jóvenes en busca de espacio", explica el educador Samir Mihi.
El problema es que es entonces cuando los jóvenes, por aburrimiento o delincuencia, se dedican a destruir los espacios comunes y a molestar a quienes tienen por vecinos.
Lise vivió durante 23 años en la población "Le Tilleul" de Blanc Mesnil. "Bastaba sólo con tres jóvenes para que nos hicieran la vida imposible a todo el resto del edificio, que albergaba a 200 personas", cuenta. Ahora está feliz de haberse podido mudar a París.
Al principio, un tercio de los 70 departamentos estaban ocupados por franceses "blancos". Ahora son sólo tres o cuatro. "Es una lástima, porque hay muchos árabes y negros que son muy buenas personas, pero la gente tiende a generalizar", añade Lise.
En muchos casos, las madres están solas para cuidar a sus numerosos hijos y no logran imponer su autoridad.
Los niños abandonan el colegio y se dedican a ganar dinero fácil mediante el robo o el tráfico de droga.
"Todos tienen zapatillas Nike y se quejan de que no hay plata...", reconoce un joven negro. "Lo que queremos es que se vaya (Nicolas) Sarkozy (el ministro de Interior). Él y su policía no paran de insultarnos y tratarnos como si fuéramos animales", agrega.
"Yo soy francés, pero por más que mande mi currículum, debido a mi apellido no me llaman de ninguna parte", alega otro, de origen árabe, mostrando su carnet de identidad.
"Si eres negro o árabe no puedes hacer nada", se queja un tercero.
Por ello, para manifestar su descontento, los adolescentes se dedican a quemar autos.
Según el sociólogo Jean Marc Stebe, "el auto es un objeto deseado que representa a otra clase social a la que le gustaría acceder, pero no se tienen los medios para ello". Por eso, se ha convertido en un símbolo.
A Miguel, que vive en una ciudad vecina de Clichy, le quemaron el suyo, que había dejado estacionado en la calle. "Cuando salí en la mañana vi que mi auto estaba carbonizado y que se lo estaba llevando la grúa", señala.
"Pero a pesar de todo, no les tengo rencor. Son sólo niños y su terreno de juego es la calle", dice resignado.
París en alerta
París se encontraba ayer en alerta máxima ante el riesgo de nuevas revueltas.El número de efectivos policiales en las calles era comparable "con los desplegados en Chile para el 11 de septiembre de 1973", dijeron algunos medios.
En Lyon, la policía dispersó a los jóvenes con gases lacrimógenos. En el resto del país aumentaron ligeramente los actos de violencia durante la noche, con 315 autos incendiados.Las cifras 12.000 policías y gendarmes se encuentran movilizados.300 localidades han sido sacudidas por la violencia.8.000 vehículos han sido incendiados.1 muerto. Fue un jubilado agredido en la periferia de París.
2.440 detenidos hasta ayer. 2.000 están en prisión preventiva.234 millones de dólares deberán pagar las compañías de seguros por los daños.
El gobierno, perplejo
Criticado por la izquierda y algunas personalidades de derecha, el Presidente francés, Jacques Chirac brilló por su ausencia al inicio de la crisis.
Apenas dos veces enfrentó a los periodistas. La rivalidad entre el Primer Ministro, Dominique de Villepin, y el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy (ambos candidatos para las próximas presidenciales), tampoco ha contribuido a una mejor gestión de la crisis.
Pero el gobierno optó finalmente por la mano dura, contando con el apoyo de la mayoría de la población.
Lo que no se conoce aún son las consecuencias políticas y prácticas de esta crisis. Según algunos, "todo puede pasar", porque aún es muy difícil prever cómo evolucionarán los acontecimientos.
De lo que más se habla es de un cambio de gabinete, pero la partida de Sarkozy, tan deseada por los jóvenes, parece poco probable. "Sería darles la razón a los insurrectos", indica el socialista André Vallini.
Movilizados por la paz
Miles han marchado en distintas ciudades para frenar la violencia.
"¿Me compras una polera? Son sólo 4 euros...", ofrece un joven fuera del centro comercial de Clichy-sous-Bois. Las camisetas blancas llevan inscrito en el torso la frase "Muertos por nada", y en la espalda los nombres de Zyen y Bouna, los adolescentes que murieron electrocutados el 27 de octubre, más la sigla ADM (más allá de las palabras), el nombre de la asociación formada por los jóvenes de esta desfavorecida ciudad francesa.
En ésta y otras ciudades de la periferia parisina las acciones para calmar los ánimos y las manifestaciones a favor de la paz se han multiplicado. Desfiles "contra la violencia, el respeto y la dignidad" han reunido a miles de personas en diversas ciudades. Comités de jóvenes también apoyan a los educadores locales, que se han vuelto insuficientes, para instaurar el diálogo con los más rebeldes.Según los expertos, ésta es la mejor manera de controlar la violencia. Escuchar lo que los jóvenes quieren decir e intentar abrirles un espacio en la sociedad, a la espera de una política de la ciudad que los poderes públicos intentan llevar a cabo desde hace décadas, pero que tarda en hacerse eficaz.
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