miércoles, 29 de marzo de 2006

Y ese mar que tranquilo....nos separa


Por mucho tiempo supusimos que el destino de las buenas relaciones entre nuestro país y Bolivia dependían exclusivamente de la normalidad interna que viviera este último. Claramente eso era un prejuicio y un sesgo negativo, donde partíamos de la premisa de que Chile era una especie de mero espectador en todo este asunto.
Con la primacía de esta actitud, totalmente carente de realismo político, se nos ha hecho difícil concebir que cuando nuestros vecinos tienen problemas, nosotros también los padecemos. Una gran e irreflexiva oposición interna no permite que nos apliquemos a soluciones estratégicas de largo plazo, más allá de la exhibición de nuestras ventajas legales. Esta actitud cómoda contrasta con las necesidades objetivas derivadas del tipo de desarrollo económico y de inserción internacional que hemos elegido, el cual requiere de una mayor densidad conceptual, política y administrativa en su política exterior, lo que es particularmente sensible en el entorno vecinal.
En nuestra diplomacia deberemos se capaces de comprender la exacta dimensión del substrato cultural de la sociedad andina y su incidencia en la política regional. Especialmente en sus complejidades étnicas y sociales, y en los cambios actualmente en curso y las oportunidades de paz y desarrollo que de ellos surgen.
La agenda debiera ser bilateral abierta, capaz de matizar y dosificar los temas, cuidando no caer en la ambición económica ni tampoco en el exitismo de corto plazo. Que entienda, además, que parte importante de las soluciones están en Chile, como lo es la posibilidad de tomar unilateralmente la iniciativa para terminar con la mediterraneidad de Bolivia.
Es por eso, que necesitamos como país redefinir el alcance de nuestros intereses en la región, particularmente con quienes son nuestros vecinos. De esta acción debiera salir la decisión de entregar una salida al mar para Bolivia, en un acto que no exprese otra cosa que la voluntad soberana de contribuir a la creación de un entorno de armonía y estabilidad en Sudamérica. Pienso que el hecho de hacer la propuesta pondría a nuestro país a la cabeza de las iniciativas de estabilización democrática en la región. Con lo cual nuestra política vecinal y el logro de nuestros intereses nacionales tendrían nuevos bríos, que irían más allá de cualquier especulación geopolítica o de simples expectativas económicas.
El diario La Tercera, en su sección reportajes, aterriza de forma abrupta lo antes dicho, mostrando lo que pensamos los chilenos de la posibilidad de dar salida al mar a Bolivia:

LaTercera / Reportajes
Centro de Encuestas La Tercera: un 62% de los chilenos no está dispuesto a ceder territorio, aun recibiendo una compensación

Mayoritario rechazo hacia una franja soberana para Bolivia

Uno de los temas que acapararon la atención esta semana fue el intercambio de declaraciones entre los gobiernos de Morales y Bachelet sobre la demanda marítima boliviana. Asunto que asoma como uno de los principales flancos vecinales para la nueva Mandataria. Según la encuesta telefónica de 427 casos aplicada entre jueves y viernes de esta semana, existe más apoyo a un acceso al mar sin soberanía que con cesión de territorio.
Fecha edición: 26-03-2006

Solución rechazada
Pese a no ser un porcentaje abrumador, la encuesta evidencia que un porcentaje significativo (62%) se opone a solucionar el enclaustramiento de Bolivia por medio de una fórmula -semejante a la que se ha planteado en las últimas negociaciones- que implique conceder a Bolivia una franja territorial soberana a cambio de que Chile reciba una compensación territorial. Esta postura es notoriamente más fuerte entre las mujeres, que en un 68% se pronuncian en contra, versus el 55% que exhiben los hombres. Los datos, en todo caso, no permiten reflejar una tendencia, porque no hay encuestas previas comparables.

Sin soberanía
Aunque el sondeo refleja la sintonía que el asunto de la mediterraneidad ha concitado en la opinión pública chilena, es clara al evidenciar que el principal condicionante para buscar una solución es la entrega de soberanía. Aunque un 75% de los entrevistados se allana a conceder al vecino país una salida al Pacífico, siempre y cuando este ejercicio no signifique cesión alguna de territorio, un 69% de consultados se manifiesta en desacuerdo a solucionar el tema si es a cambio de una cesión territorial.

Integración
A pesar del alto porcentaje de entrevistados (44%) que considera que dar a Bolivia una salida al Pacífico permitiría terminar con los permanentes escollos en la integración chileno-boliviana, aún un 55% afirma que prefiere mantener el actual statu quo y no abordar este tema, que se ha traducido en una permanente ofensiva boliviana por terminar con su enclaustramiento, llevando su demanda, incluso, a espacios multilaterales como la OEA.

Al más alto nivel
En medio de las señales del gobierno de Evo Morales de propiciar el restablecimiento de relaciones diplomáticas al más alto nivel, siempre que Chile se allane a tratar los históricos temas pendientes, casi la totalidad de los entrevistados (90%) apoya la reanudación de lazos a nivel de embajadores. Esta cifra podría respaldar la disposición que tuvo el ex Presidente Ricardo Lagos de ofrecer relaciones "aquí y ahora" a Bolivia.Chile y Bolivia no tienen relaciones diplomáticas plenas desde 1978, cuando La Paz retiró a su embajador tras el fracaso de las negociaciones entre los generales Hugo Banzer y Augusto Pinochet sobre una eventual franja soberana paralela a la Línea de la Concordia.

Para terminar, me parecen precisos y contundentes dos parrafos escritos por Raúl Sohr, en La Nacion Domingo, al tratar este mismo tema:
"La buena noticia es que Chile y Bolivia quieren reanudar relaciones diplomáticas y estrechar lazos económicos. La mala noticia es que no saben cómo hacerlo. Los dos países tienen conciencia de cuánto los perjudica la distancia diplomática y comercial de las últimas décadas. La barrera insalvable, hasta ahora, es la reclamación boliviana por una salida soberana al Pacífico a través de territorio chileno. Más allá de los actuales gestos amistosos, tanto La Paz como Santiago carecen de una solución mutuamente aceptable."
"Donde hay voluntad hay un camino. Si Bolivia y Chile están dispuestos a apostar por un futuro de cooperación, con paciencia y buena voluntad, encontrarán una fórmula satisfactoria para ambos Estados y, por supuesto, para sus pueblos, como lo exige la diplomacia ciudadana."

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