
La víctima condenada a morir lapidada es envuelta en una sábana blanca y enterrada hasta la cintura o el cuello para sufrir una muerte lenta y dolorosa mientras es apedreada con piedras no excesivamente grandes -como exige la ley islámica-, para evitar la muerte con el primer golpe. La ley islámica deja clara su postura en cuanto a las relaciones extramatrimoniales y los castigos que se aplican, sobre todo en el caso de las mujeres, las principales víctimas. Cuatro testigos deben descubrir a la pareja en el acto y denunciarlo. En muchos casos, si ambos adúlteros están casados, son ejecutados en público; si están solteros, cada uno recibe cerca de un centernar de latigazos.
Una de estas mujeres sera Parisa, ejerció la prostitución hasta abril de 2004. Fue por eso por lo que fue detenida en Shiraz, ciudad del sur de Irán. Ella se prostituía - defendió entonces - obligada por su marido y por la miserable situación en la que vivía.
Más de dos años después de su detención, Parisa continúa detenida en la prisión de Adelabad de Shiraz. Está acusada de adulterio. La pena: lapidación.
Acción contra la lapidación
La recogida de firmas ha colapsado la web habilitada por AI (la ONG ofrece un acceso alternativo) debido a la gran afluencia de internautas dispuestos a unirse a la condena internacional de las ejecuciones por lapidación.
Según los datos de AI, ha sido el año 2006, con el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad en la presidencia, el que ha vivido precisamente la vuelta de las lapidaciones en Irán tras una moratotia de cuatro años.
AI ha recogido ya cerca de 200.000 firmas. Los casos de las dos nigerianas Amina Lawal y Safiya Husaini (sortearon la pena tras sendas campañas internacionales de condena) animan a continuar.
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