viernes, 3 de noviembre de 2006

Guerra en Líbano y Gaza: un laboratorio de nuevos armamentos

En el Blog Viaje a la Guerra de Hernán Zin encontré dos interesantes artículos en donde él plantea que en las recientes guerras de Oriente Próximo no sólo se ha demostrado un desdén absoluto hacia los no combatientes, sino que posiblemente fueron utilizadas como verdaderos campos de experimentación de nuevos armamentos. Además se pregunta si alguien pagará algún día por violar sistemáticamente las normas del Derecho Internacional Humanitario. Estos son los textos completos:

Guerra en Líbano y Gaza: un laboratorio de nuevos armamentos 1

Cada vez que iba a un hospital en Gaza escuchaba las mismas quejas de los médicos: “No sabemos qué clase de armas está usando Israel, pero nunca hemos visto nada así. Quema los huesos, la piel y nos obliga a amputar los miembros afectados”.

Durante el tiempo que estuve allí vi infinidad de pacientes mutilados, algo que, según me aseguraban, se podría haber evitado de haber sido heridos por armamento convencional. La hipótesis que más se manejaba era la de las armas químicas, como denuncié en este blog en el mes de julio.

La teoría de médicos como el doctor Juma Saka, portavoz del hospital Al Shifa, era que, a través de estas municiones desconocidas, Israel intentaba limitar el número de muertes, que son las que llegan a los titulares de los periódicos, y crear una verdadera legión de minusválidos, con el grave efecto económico y psicológicos que su presencia tiene en una sociedad. Un engranaje más de su estrategia de castigo colectivo.

El problema para saber de qué clase armamento se trataba era el bloqueo que padece Gaza. Las estrictas medidas de seguridad del puesto de control de Erez, la única vía de acceso a una zona limitada por muros y alambradas, había frustrado varios intentos por parte de ONG de sacar muestras de tejido.

Finalmente, un equipo de la RAI consiguió llevar estas evidencias a Italia. Y los científicos de la Universidad de Parma descubrieron que se trataba de una munición que contenía materiales tan sorprendentes e inesperados como carbón, tungsteno, cobre y aluminio.

Según declaró en el reportaje emitido por la cadena pública italiana el antiguo responsable de desarrollo de armamento del Ejército Israelí, el general retirado Yitzhak Ben-Israel, el objetivo de esta clase de bombas es limitar su radio de acción para ser más certeras y precisas.

También es verdad que las micropartículas de tungsteno, que alcanzan altas temperaturas, tienen un poder enormemente destructivo, muy superior al de la metralla convencional, lo que explicaría las terribles heridas que produce este armamento que no aún no ha sido “probado oficialmente”, por lo que Israel tiene la excusa de afirmar que no estás prohibido.

Como si esto fuera poco, la presencia de estos materiales en Gaza no sólo daña de forma irreparable el medio ambiente, además causa cáncer y malformaciones. Hasta el momento el Gobierno israelí no se ha pronunciado oficialmente sobre estas graves acusaciones.

A continuación la segunda parte del reportaje de la RAI, donde se muestran los resultados de las pruebas de laboratorio. Y un link a las fotografías que la cadena italiana publica en su página web (aviso que son muy duras).

Guerra en Líbano y Gaza: un laboratorio de nuevos armamentos 2

Bombas de uranio en Líbano

Hace dos semanas, el Comité sobre Riesgos de Radiación de la Unión Europea dio su veredicto sobre las muestras de tierra extraídas de los cráteres dejados por bombas israelíes en las ciudades libanesas de Al Tiri y Jiam (donde se encontraba la infame prisión en la que eran torturados los prisioneros libaneses durante los 22 años de ocupación de Israel). Los resultados señalaban "altos signos de radiación".

Análisis posteriores, en los laboratorios Harwell de Inglaterra, confirmaron la presencia de uranio en las muestras, según señala un reportaje publicado en The Independent por Robert Fisk.

Aún no se sabe qué clase de armamento era el que contenía uranio. Se especula con que se trate de una nueva munición que Israel habría probado por primera vez en territorio de Líbano. Hasta ahora, el Ejército hebreo no ha dado explicación alguna sobre estas conclusiones científicas.

Las fuerzas de Estados Unidos y Gran Bretaña utilizaron misiles con uranio durante la Primera Guerra del Golfo, en 1991. Cinco años más tarde, una plaga de cáncer se extendió por el sur de Irak.

El problema de este tipo de armamento es cuando impacta en superficies resistentes, como tanques o coches, que esparcen las partículas de uranio por el aire.

Esperar una respuesta satisfactoria por parte del Gobierno de Israel acerca de estas armas resulta ilusorio. Ya en 1982 negó haber empleado bombas de fósforo, lo que luego fue desmentido por las evidencias científicas y por los testimonios recogidos por periodistas de cuerpos sin vida que "se incendiaban" al llegar a la morgue.

Hasta ahora, se ha demostrado que empleó en Líbano bombas de racimo, bombas de fósforo, y ahora estas nuevas armas con uranio.

Israel podrá argumentar que no están prohibidas por la comunidad internacional. Es cierto, al ser armas de reciente desarrollo, aún no han sido proscritas. Pero no se puede ignorar que el tercer protocolo de la Convención de Ginebra prohíbe expresamente la utilización de material militar que pueda tener consecuencias a lo largo del tiempo en la población civil, como sucedió con las bombas de uranio en Irak en 1991 (que, para sorpresa de todos, volvieron a ser empleadas durante la invasión de 2003, aunque a menor escala).

Lo que sí va quedando claro es que las recientes guerras en Oriente Próximo no sólo han demostrado un desdén absoluto hacia los no combatientes, sino que fueron utilizadas como verdaderos campos de experimentación de nuevos armamentos.

Y la pregunta que me hago es si alguien pagará algún día por violar sistemáticamente las normas del Derecho Internacional Humanitario.

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