El Tribunal Especial que juzga a Sadam Husein y siete de sus colaboradores ha condenado al dictador depuesto a la pena de muerte. Además, ha fallado que Sadam morirá en la horca, pese a que éste había manifestado su deseo de ser ejecutado ante un pelotón de fusilamiento. Al ser condenado, Sadam, con un Corán en la mano, ha gritado dos veces "Alahu Akbar" ("Alá es grande"). Sadam estaba acusado por la detención y posterior ejecución, en 1982, de 148 chiíes en la población de Duyail. El genocida reclamó morir fusilado, pero el juez le denegó su petición. La detestable pena capital se impone a la cadena perpetua. «Viva el pueblo», «viva la Nación», «Abajo los agentes», «Sois parte de la ocupación», «Para nosotros la vida y para los enemigos la muerte», fueron algunos de los gritos con los que Sadam intentaba silenciar al magistrado. El Gobierno ha decretado el toque de queda en el polvorín de Irak para evitar atentados y más violencia en las calles de Bagdad. El negro episodio Husein empieza a pasar página, no así el caos y la anarquía que aún reinan en Irak.
Junto a Hussein, el tribunal también han sido condenados a muerte en la horca su hermanastro, Barzan Ibrahim, y el jefe del antiguo Tribunal Revolucionario de Irak, Awwad Hamad Al Bandar. El ex vicepresidente iraquí y mano derecha del ex dictador, Taha Yassin Ramadan, ha sido condenado a cadena perpetua. Además, tres oficiales del partido Baath han recibido penas de hasta 15 años por los cargos de asesinato y tortura, mientras que otro de los acusados, Mohammed Azawi Ali, ha sido absuelto por falta de pruebas.
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