miércoles, 7 de enero de 2009

Un drama espantoso que dura demasiado...


En las últimas semanas he visto con conmoción la forma en que se ha ido desencadenando una espiral de violencia y de destrucción en Gaza. La operación israelí ha causado ya más de quinientos muertos y miles de heridos, muchos de ellos entre la población civil palestina. La invasión terrestre ha afectado áreas residenciales, mientras que Hamas y otros grupos palestinos armados han lanzado cientos de cohetes en poblaciones del sur de Israel.


Por lo anterior, la organización humanitaria, Amnistía Internacional, demandó al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a la comunidad mundial garantizar el cumplimiento del derecho internacional. Asimismo reiteró que Israel está obligado a permitir la asistencia humanitaria para civiles, sin embargo, ha negado la entrada de fármacos, alimento, combustible y electricidad, además de que viola sus deberes como potencia ocupante. Esta misma organización reveló que los hospitales son totalmente dependientes de generadores poco fiables, de acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja, y varias líneas de abastecimiento de agua han sido dañadas durante los bombardeos y por lo que empezará a escasear el líquido.


Por mi parte, creo que ya es momento que el mundo entero sea tajante en su condena y rechazo a las reacciones absolutamente desproporcionadas y contrarias al derecho internacional humanitario.


Los hechos hoy en día solo demuestran que se esta sumiendo a esa región, y a los pueblos que la habitan, en la desesperanza y en la frustración.


Considero que es fundamental que internacionalmente se reafirme el principio irrenunciable de que la población no puede ser jamás tomada como rehén de los conflictos políticos. Poner la conquista de la seguridad en la fuerza de las armas, sin atender a los daños enormes e irreparables a población inocente, es un camino sin salida.


Por ultimo, se hace urgente que se abra un espacio para la política y para la diplomacia, para la razón y para el respeto a una legalidad que la comunidad internacional debe conseguir imponer ahora.



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