miércoles, 4 de junio de 2008

El lenguaje timorato y burocrático de la Centro Izquierda


En el diario La Nación Domingo, apareció un interesante artículo de Antonio Cortés Terzi, en donde a partir del informe que hizo Andrés Tagle, experto electoral de la UDI, el cual concluía en la inconveniencia de la inscripción automática en los registros electorales, porque ello ampliaba el porcentaje de jóvenes en el padrón electoral y los jóvenes tienden a votar por la izquierda, hace un juicio critico a ese partido y aprovecha de cuestionar los silencios intelectuales de la Centro Izquierda, cuestión con la que estoy totalmente de acuerdo y pienso que es uno de los grandes obstáculos para la proyección de nuestro proyecto político, además, de otras mas que analizare en otra ocasión.

Para Cortés Terzi el juicio del experto es descarado, absurdo y patético, puesto que equivalió a decir que se apruebe la inscripción automática, siempre y cuando los nuevos empadronados se comprometan a votar por la derecha. Para él, en esto el experto no estuvo solo ya que el 20 de mayo, la bancada de diputados de la UDI votó en contra o se abstuvo de sumarse a la aprobación de la inscripción automática. Continúa, diciendo que tanto el argumento como la conducta de la UDI le llaman lastimeramente la atención, porque a estas alturas del siglo XXI no se puede creer que perviva una visión tan cínica del poder y tan instrumental de la democracia.

Pero lo que lo alarmo más fue el hecho que este suceso haya sido abordado por los mass media, por sus analistas y hasta por dirigentes políticos de la propia Concertación, casi al pasar y como si se tratara de una simple anécdota o de un vulgar chascarro.

Señala, con lo cual estoy totalmente convencido, que abruma constatar, una vez más, que, en Chile, pensamientos y conductas como las expuestas no convoquen a reacciones políticas e intelectuales de una energía equivalente a las afrentas que esos pensamientos y conductas entrañan en esos mismos planos, puesto que lo que el experto propuso y votó la UDI se traduce en que hay una elite en Chile que se siente facultada para decidir contra el espíritu y las leyes de la democracia moderna quién tiene o no derecho a sufragio. Lo que se intentó, además, fue un gesto discriminatorio, pues se apuntó a un segmento social específico: la juventud. Y, si se hila más fino, tras esa actitud subyace la enfermiza vocación de la UDI por cuotear el electorado.

Para Cortés Terzi los inexplicables silencios o respuestas febles y a medias tintas de parte del progresismo a los "atentados" discursivos que recurrentemente hace la derecha contra el ideario democrático y plural moderno, representan errores y riesgos muy grandes para la centro izquierda. Uno, porque esos semisilencios o debilidades, a la postre coadyuvan a la legitimación del sentido factual del poder que opera en la derecha, a la legitimación de su visión instrumental de la democracia y de su concepción mercantilizada de la ciudadanía.

Y, dos, porque facilita que, cada vez con menos pudor, los medios de comunicación adscritos al mundo derechista sean utilizados con un creciente criterio de militancia.

Establece que si los propios actores de la Concertación se autoinhiben en materias comunicacionales, no pueden esperar que los mass media, por voluntad "espontánea" y vocación "objetiva", releven los temas que interesan. Señala que el universo concertacionista, y particularmente sus elites políticas e intelectuales, al parecer no se han percatado de un fenómeno que sí ha detectado la derecha. Esto es que la mayoría de la sociedad chilena, y dentro de ella la mayoría de las nuevas generaciones, tienen una afinidad político-cultural "espontánea" con los razonamientos y con los predicamentos que están en la esencia de las culturas de la centro izquierda. Dicho de otra manera, por factores estrictamente socioculturales, la derecha está condenada a ser minoría. Sin embargo, existe la amenaza cierta de que en un par de años más Chile pudiera estar gobernado por una suerte de alianza entre timocracia moderna y neoconservadurismo.

Plantea además, que si así ocurriera, no sería resultado de un cambio sociocultural de las mayorías. Se produciría porque esas mayorías no están escuchando un discurso centroizquierdista con el cual identificarse. Y no lo están escuchando, simplemente, porque la centro izquierda no está hablando como tal. Habla desde las lógicas del poder y desde la "ideología del gobiernismo", con un lenguaje timorato y burocrático, distante del verbo que se requiere para conjugar idearios democráticos, libertarios e igualitarios.

Finalmente nos dice que estos silencios o semisilencios político-culturales de la centro izquierda se justifican con la excusa de "defender al Gobierno". ¿Es que acaso el Gobierno no es defendible con el discurso propio de la centro-izquierda?

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