lunes, 14 de julio de 2008

La Definición Energética que falta en Chile


Hasta ahora el inmovilismo o la falta de definiciones en temas claves, como por ejemplo el energético, para el futuro del país, son una critica que debemos asumir para dar un gran salto. Estoy convencido que la crisis internacional es muy grave, por ello debemos abrir las conversaciones que sean necesarias para de una vez tomar definiciones estratégicas.

A lo largo de la historia algunas figuras políticas han aprendido a escuchar y han escuchado para aprender. Estos hombres y mujeres han oído las quejas de quienes los criticaban, tanto a ellos como a sus partidos, y han prestado atención a la ciudadanía que exigía cambios. Otros, que no son pocos, se han defendido ellos, así como a sus partidos, contra las criticas. Quienes han tenido éxito son aquellos que incorporaron las criticas y las trataron no como obstáculos sino que como catalizadores para la autocrítica y la reforma.

¿Podríamos estar a la cabeza de las energías renovables? Esta es una de las conversaciones que debiesen importarnos realmente, un gran tema que debiésemos abordar desde una lógica de unidad nacional, puesto que hoy es urgente tomar definiciones estratégicas en materia de energía.

En La Nación, Gabriel Sanhueza Suárez, director ejecutivo de Esperant, Plataforma Energética, escribió un interesante articulo, donde aborda esta temática, que me gustaría compartir. El texto es el siguiente:

Privilegiado en energías renovables

Alemania cambió la legislación y permitió que los pequeños productores de energías renovables pudiesen vender sus excedentes. Generó así un boom de proyectos que aún no termina.

El interés de la Presidenta Bachelet por las energías renovables en su viaje a Canadá y a EEUU refrescó la discusión sobre energía, recargada en los últimos meses por los promotores de proyectos obsoletos, lentos y caros como los nucleares y las megas centrales hidroeléctricas. El mundo ya no discute que el sol, el viento y la biomasa son las fuentes del futuro, que combinadas entre sí sustituirán en gran medida al petróleo. Hoy, 80% del consumo mundial de energía lo cubre el petróleo, el carbón y el gas, lo que no es sustentable no sólo porque son materias finitas, sino porque el cambio climático obliga a desarrollar nuevos sistemas.

Ni en Chile ni en el mundo las energías renovables pueden satisfacer de un santiamén el consumo actual. Lo contrario es demagogia. Pero funcionan a mucho más corto plazo que los sueños nucleares de algunos, que requieren casi 30 años. La idea es tener desde ya energía solar térmica, fotovoltaica, geotérmica, multiplicar la eólica, así como utilizar correctamente la biomasa. De ahí la importancia del anuncio de la Mandataria de que empresas canadienses visitarán Chile para ver alternativas de inversión y posibilidades de un trabajo conjunto.

Nuestro país es privilegiado por su potencial en biomasa, eólico, geotérmico, solar, oceánico e hidráulico. Si se agrega la eficiencia, o sea su uso inteligente, se tiene energía para cubrir todas las expectativas de desarrollo por años. Hay un gran potencial solar, que debe convertirse en realidad. Un ejemplo es la planta Icaro de Sistemas Automáticos que en la Segunda Región estará operativa el próximo año con una capacidad instalada, en su primera fase, de 23 megawatts (MW) y una inversión de 36 millones de dólares. En dos años más se ampliará hasta 120 MW. Este potencial existe no sólo en el norte. Hay zonas en Chile donde también se puede implementar con excelentes resultados la energía eólica: la Undécima Región, Chiloé, sectores de la costa central, más al norte en los valles transversales y las planicies intermedias. Un ejemplo es Aysén, donde a pesar de tímidos incentivos, ya 10% de la demanda eléctrica es abastecida por el viento.

Otro recurso es la geotermia, aquella energía calórica contenida en la tierra que se transmite por conducción térmica a la superficie. Nuestro país posee el mayor potencial mundial. Hay estudios que mencionan un potencial utilizable que llega a los 16 mil MW, monto superior a toda la capacidad eléctrica instalada actualmente en el país. La biomasa, la energía que desarrolla o contienen toda masa orgánica biológica del planeta, es otra riqueza renovable. Existe mucha biomasa en nuestros bosques: 20% de la energía primaria que se usa en Chile en un año normal es leña, la biomasa más conocida y usada. Un regalo de la naturaleza que quemado con tecnologías adecuadas es viable y no contaminante.

Tenemos también un potencial hidroeléctrico sobre todo en la zona centro y sur del país, donde es factible construir centrales de paso de 20 MW a 70 MW, cuyo impacto en el ambiente es controlado. Podemos también repotenciar las plantas hidroeléctricas privadas. Sabemos de la ineficiencia de sus motores, obsoletos hace décadas. En esta sola variable duermen miles de megawatts. Hacer eficiente lo hoy ineficiente evitaría la destrucción de la Patagonia.

La libertad energética de Chile está en ese camino. Emprenderlo requiere vencer las inmensas resistencias y presiones del lobby económico que controla la energía. La misma presión hubo en Europa y Canadá. Señalaron que las renovables no eran energías rentables. La verdad es que no son rentables bajo el esquema de mercado imperante. El lobby atómico y petrolero retardó por décadas el cambio. Dijeron que no existían tecnologías adecuadas o eran demasiado caras. Pero los países que tuvieron la valentía de iniciar el camino, que introdujeron los incentivos de tarifa necesarios y que comenzaron a desarrollar instalaciones tecnológicas adecuadas, demostraron que todo ello era mentira.

Alemania cambió la legislación y permitió que los pequeños productores de energías renovables pudiesen vender sus excedentes. Generó así un boom de proyectos eólico, solares y de micro centrales hidroeléctricas que aún no termina. Más de 214 mil personas se desempeñan en el sector y 14,2% de la demanda total de electricidad del país viene de energías renovales, porcentaje en aumento. Tal porcentaje es toda la necesidad eléctrica de Chile y más. Digno de mencionar es España, que en doce años se convirtió en una superpotencia solar, aprovechando los precios y sus innovaciones. Hoy, 100 mil personas laboran en la industria de la energía solar española. Chile puede ser un ejemplo de lo que hay que hacer ante el cambio climático. Mientras más rápido aprenda las lecciones y ejemplos y cambie de rumbo, más rápido podrá garantizar una seguridad energética para el desarrollo.

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