miércoles, 10 de agosto de 2005

Organizando los nuevos tiempos


Vengo hace un tiempo preguntandome si la crisis de las organizaciones políticas, puede resolverse sólo desde esas mismas organizaciones, o bien deberíamos madurar hacia nuevas expresiones capaces de conectar sociológica y culturalmente con un espacio emergente muy activo que pide, además de un gran coraje, un nuevo ciclo de opinión y acción política.
Desde mi punto de vista ha sido el estilo tradicional en los discursos, organizaciones y liderazgos que nunca consideran que su tiempo acaba, pero que, por si acaso, se protegen en listas cerradas o sistemas electorales antidemocráticos, la principal causa de este fenómeno de desconfianza y de la incapacidad de las actuales instituciones políticas para atraer a miles de independientes a sus proyectos.
No hay derecho a que el intento de conservación de puestos públicos y escaños en el parlamento se haga a costa de la ilusión de la gente, a costa de traicionar la buena fe de millones de ciudadanos que son tratados solo como electores ocasionales
Frente a la decepción hay que dar oportunidades. Hoy existe hambre de otra política, de nuevas propuestas, de nuevas conversaciones, que se expresa en una variopinta gama social y generacional de personas diversas, que sienten amor por su país y que no hallan las respuestas que piden en las organizaciones existentes hoy en día. Y en esto ultimo, particularmente debemos avanzar, convertir a los ciudadanos de buscadores de respuestas en generadores de ellas, aquí hay que innovar.
Hay un hartazgo de la actual forma de hacer política, ciudadanos que reclaman un cambio, que sí están interesados por lo público, aunque no pertenezcan a ningún partido. Que están fuera porque no caben y rechazan la endogámica concepción de la política circunscrita a los socios y profesionales del asunto. Mucha gente honesta y defraudada, que no se lo merece, que no podemos permitir que se contagie del desánimo y aburrimiento que se transmiten desde los supuestos liderazgos de unas instituciones que no han pasado de siglo aun porque se quedaron ancladas en el pasado.
Este nuevo mundo, esta nueva sociedad en la que vivimos estimula la aparición de nuevas formas de acción política, respetuosas de la diversidad, fuertemente transversales, diferenciadas en sus expectativas y temáticas, y comprendidas por personas con un gran deseo de autonomía y de afirmación personal, no por ello individualistas incapaces de ser solidarios. Sólo desde la diversidad será posible una nueva mayoría. Se trata de una suma de sensibilidades, que en este país, son mucho más amplias que las siglas de cualquier partido.
Deben hacer emerger nuevas organizaciones que tengan una profunda concepción libertaria (antiautoritaria), que sean radicalmente democráticas y participativas, incluyentes, transversales, ecológicas, feminista por justicia e inteligencia, amantes de la diversidad desde lo personal a lo social y político, y por tanto, que encabecen la dura lucha contra la discriminación, el racismo y la xenofobia, profundamente universalista y, al mismo tiempo, defensora de las identidades y su pluralidad, que quieran convertir la globalizacion económica en una verdadera aldea global de estrategias en la defensa de los derechos humanos y del planeta, desde una solidaridad creativa e innovadora.
Estas nuevas organizaciones tienen que articularse también con profundos cambios organizativos respecto al modelo de los partidos que conocemos actualmente. En este proceso deberá rechazarse todo aquello que haya servido o sirva aun para anular la pasión por la política. Asimismo, eliminarse todo lo el ceremonial obsoleto y los mecanismos de poder interno, piramidales y reaccionarios. Deberá tratarse de organizaciones en red, participativas e interactivas, que huyan de los modelos homogeneizadores, generadores de sumisión y aplauso congresual, de fidelidades de clan o familia, carentes de ideas y propuestas. Una nueva clase de organización que posea liderazgos compartidos, múltiples, intercambiables, temporales, con un estilo radicalmente diferente, que responda a esa pluralidad social de la nueva mayoría.
Nuevas organizaciones con nuevos sueños. No basta con gestionar desde el posibilismo, los tiempos nuevos requieren de pequeños, medianos y grandes proyectos de cambio, los cuales exigen contagiar mas ilusiones, sin esto cualquier transformación seria solo utopía.
Nuevas organizaciones que miren al futuro, con memoria pero sin vivir colgada de nostalgias, ni atrapada en las glorias del pasado, con vergüenza de muchas cosas que se han hecho y aun se hacen.
Empecemos a caminar, esto es contra nadie y a favor de Chile y su futuro.